lunes, 27 de febrero de 2017

Un fin de semana en el Seminario o un monasterio

Morada interior es una iniciativa de la Delegación de Vocaciones da la posibilidad a los jóvenes a partir de 18 años de compartir un fin de semana con las monjas o vivir entre los seminaristas. Va orientada a aquellos jóvenes que desean conocer la vida religiosa o el sacerdocio más de cerca, sin otro compromiso que el de respetar y compartir el ritmo de vida y de oración de las comunidades.

 Los chicos pueden acudir al Seminario y las chicas a los conventos femeninos. La Delegación de Pastoral Vocacional facilita el encuentro con estas comunidades poniendo en contacto a los interesados con los monasterios o el Seminario. 

Si algún joven está interesado en visitar alguna otra casa religiosa de nuestra diócesis, aparte de las que ya incluimos en Morada interior, solo tiene que informar a la Delegación de Vocaciones para facilitar la visita. 

 Teléfono de información: 666 903 356

 Fechas Para chicos
 • Seminario Diocesano: 11-12 marzo 

Para chicas
 • Clarisas de Villarrubia de los Ojos: 4-5 marzo 
• Mercedarias de la Caridad de Herencia: 11-12 marzo
• Siervas de María de Ciudad Real: 7-8 de abril 
• Concepcionistas de Alcázar de S. Juan: 22-23 abril 
 • Religiosas de María Inmaculada de Ciudad Real: 6-7 mayo 
• Carmelitas de Ciudad Real: 13-14 mayo  
• Siervas de los Pobres (residencia Santo Ángel) de Ciudad Real: 20-21 mayo 

¿Y si Dios te esta llamando?

domingo, 26 de febrero de 2017

Cuaresma 2017

TEXTO: Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2017

Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor.

Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (cf. Homilía, 8 enero 2016).

La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia. En concreto, quisiera centrarme aquí en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16,19- 31).

Dejémonos guiar por este relato tan significativo, que nos da la clave para entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera felicidad y la vida eterna, exhortándonos a una sincera conversión.

1. El otro es un don

La parábola comienza presentando a los dos personajes principales, pero el pobre es el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una situación desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del rico y come las migajas que caen de su mesa, tiene llagas por todo el cuerpo y los perros vienen a lamérselas (cf. vv. 20-21). El cuadro es sombrío, y el hombre degradado y humillado.

La escena resulta aún más dramática si consideramos que el pobre se llama Lázaro: un nombre repleto de promesas, que significa literalmente «Dios ayuda». Este no es un personaje anónimo, tiene rasgos precisos y se presenta como alguien con una historia personal.

Mientras que para el rico es como si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido y casi familiar, tiene un rostro; y, como tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios, aunque su condición concreta sea la de un desecho humano (cf. Homilía, 8 enero 2016).


Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida.

La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo.

Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico.

2.   El pecado nos ciega

La parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que se encuentra el rico (cf. v. 19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene un nombre, se le califica sólo como «rico». Su opulencia se manifiesta en la ropa que viste, de un lujo exagerado.

La púrpura, en efecto, era muy valiosa, más que la plata y el oro, y por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr 10,9) y a los reyes (cf. Jc 8,26). La tela era de un lino especial que contribuía a dar al aspecto un carácter casi sagrado.

Por tanto, la riqueza de este hombre es excesiva, también porque la exhibía de manera habitual todos los días: «Banqueteaba espléndidamente cada día» (v. 19). En él se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia (cf. Homilía, 20 septiembre 2013).

El apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos.

El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico (cf. Exh. ap. Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica egoísta que no deja lugar al amor e impide la paz.

La parábola nos muestra cómo la codicia del rico lo hace vanidoso. Su personalidad se desarrolla en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que él se puede permitir.

Pero la apariencia esconde un vacío interior. Su vida está prisionera de la exterioridad, de la dimensión más superficial y efímera de la existencia (cf. ibíd., 62).

El peldaño más bajo de esta decadencia moral es la soberbia. El hombre rico se viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es simplemente un mortal.

Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su humillación

Cuando miramos a este personaje, se entiende por qué el Evangelio condena con tanta claridad el amor al dinero: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24).

3.   La Palabra es un don

El Evangelio del rico y el pobre Lázaro nos ayuda a prepararnos bien para la Pascua que se acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos invita a vivir una experiencia semejante a la que el rico ha vivido de manera muy dramática.

El sacerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza, dice las siguientes palabras: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». El rico y el pobre, en efecto, mueren, y la parte principal de la parábola se desarrolla en el más allá. Los dos personajes descubren de repente que «sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él» (1 Tm 6,7).

También nuestra mirada se dirige al más allá, donde el rico mantiene un diálogo con Abraham, al que llama «padre» (Lc 16,24.27), demostrando que pertenece al pueblo de Dios.


Este aspecto hace que su vida sea todavía más contradictoria, ya que hasta ahora no se había dicho nada de su relación con Dios. En efecto, en su vida no había lugar para Dios, siendo él mismo su único dios.

El rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los tormentos de la otra vida, y quiere que sea el pobre quien le alivie su sufrimiento con un poco de agua.

Los gestos que se piden a Lázaro son semejantes a los que el rico hubiera tenido que hacer y nunca realizó. Abraham, sin embargo, le explica: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces» (v. 25). En el más allá se restablece una cierta equidad y los males de la vida se equilibran con los bienes.

La parábola se prolonga, y de esta manera su mensaje se dirige a todos los cristianos. En efecto, el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a Abraham que les envíe a Lázaro para advertirles; pero Abraham le responde: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen» (v. 29). Y, frente a la objeción del rico, añade: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto» (v. 31).

De esta manera se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo.

La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano.

Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor "que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador" nos muestra el camino a seguir.

Que el Espíritu Santo nos guie a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados.

Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro en la única familia humana.

Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua.

Vaticano, 18 de octubre de 2016

Fiesta de San Lucas Evangelista

FRANCISCO

jueves, 16 de febrero de 2017

lista para ir preparando el matrimonio desde el noviazgo

1. Recen juntos: Es tan simple como decir: «Gracias Señor por el regalo de mi futuro/a esposo/a. Bendícenos y ayúdanos a prepararnos para nuestro matrimonio». Hagan una rutina de oración a fin de que puedan orar juntos y determinen cómo y en qué momento del día lo van a hacer. Muchas parejas creen que la llamada telefónica de las buenas noches es una buena instancia para incluir una oración y así finalizar el día.

2. Renueven el compromiso que un día se hicieron y sigan pidiéndole al Señor fortaleza para que puedan mantener esa pureza hasta el día de su alianza.

3. Reúnanse con un sacerdote para que los pueda ayudar a prepararse espiritualmente para su matrimonio

4. Asistan a clases de Planificación Familiar Natural.

5. Inscríbanse y asistan a un retiro para novios Son muchas las parroquias que ofrecen retiros prematrimoniales, incluso hasta los encuentros para novios son buenas instancias por las cuales pueden averiguar.

6.  Lean juntos el libro «Los Novios» del escritor italiano Alessandro Manzoni. El Papa Francisco ha animado a las parejas de novios a leer este libro catalogado por él mismo como una ‘‘obra maestra’’.

7. Mientras estén haciendo la lista de invitados a su boda, inviten también a Dios: Piensen de qué manera podrían dar testimonio de su amor a Cristo y de su unión con Él no tan solo en la ceremonia, sino también en el recibimiento de los invitados. Algunas ideas son: en vez de que el hombre le quite la liga a su mujer, este le lave los pies como un signo del amor de Cristo por su Iglesia.

8. Reflexionen sobre las lecturas que ustedes mismos eligieron para su ceremonia. Inclúyanlas en su oración diaria.

9. Busquen una novena para empezar a rezar antes del día de su unión. Les sugerimos la novena de san José o la de san Rafael.



10. La semana de la boda va a ser una semana muy atareada, así que dejen programada con anticipación una hora con su sacerdote para que los pueda confesar.

12. Háganse un tiempo dentro de la semana para participar de la adoración al Santísimo.

13. Lean el artículo del Catecismo sobre el sacramento del matrimonio y sus efectos.

14. Elijan algo que los dos puedan ofrecer por su matrimonio (redes sociales, televisión, chocolate, etc,.) un pequeño sacrificio durante esta semana.

15. Comiencen el día de la boda orando: Relájense y confíen en que Dios tiene todos los pormenores bajo control.

viernes, 10 de febrero de 2017

Miriam Vicente, voluntaria: “Quería ir a un lugar donde pudiera remangarme, manchar la ropa y sudar construyendo un mundo mejor”

¿Por qué viajar a Perú pudiendo disfrutar de unos días de vacaciones con tu familia después de todo el curso?
Siempre había tenido la ilusión de algún día poder cumplir ese “cambiar el mundo” que los jóvenes tenemos en el corazón. Quería ir a un sitio donde mi ayuda pudiese realmente marcar la diferencia, donde mis ganas y mi ilusión se tradujeran en acciones concretas, donde pudiese remangarme, mancharme la ropa y sudar construyendo un mundo mejor, y Perú me parecía un buen sitio donde empezar a realizar este sueño.
Por otra, me apetecía hacer algo diferente y vivir una experiencia nueva, siempre había escuchado hablar de este voluntariado y se me ponían los dientes largos cuando me contaban las historias que les pasaban y lo mucho que ayudaban a la gente de allí.
¿Crees que con una parte de tu trabajo puedes mejorar un poco el mundo?
¡Claro! Si algo he aprendido en Perú es que yo no puedo cambiar el mundo, hay tantas cosas que hacer que una se siente impotente y pequeña. Sin embargo, yo sí puedo mejorar un poco la parte de mundo que me ha tocado. Todos los trabajos están dirigidos a mejorar el mundo, cada uno en una situación y en un terreno concretos, si yo trabajo con la responsabilidad y el compromiso de hacer bien lo que me ha tocado a mi personalmente, estaré mejorando mi parte del mundo, y si el resto de personas hacen lo mismo, entre todos haremos un gran cambio.
 ¿Qué es lo primero que llega a tu cabeza cuando recuerdas aquellos días?
Los niños: jugando por las calles del poblado, llenas de polvo y basura, corriendo detrás de nuestra furgoneta cuando nos vamos por la tarde de vuelta a la residencia sonriendo cuando les damos la merienda.
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 Cuéntanos un poco más sobre lo que hacíais, ¿qué es Condoray?
La labor que se lleva a cabo en esta provincia de Perú, Cañete, está coordinada principalmente por CondorayCondoray es una escuela de formación profesional para la mujer promovida por mujeres del Opus Dei, allí se imparte el grado de hostelería y se ha desarrollado un centro de formación empresarial para la mujer, para ayudar a las pequeñas empresarias de la zona. Esta escuela también cuenta con un programa de promoción rural en el que atiende a cincuenta poblados del valle de Cañete. En cada poblado, Condoray tiene un local y cuenta con una “promotora”, las promotoras son mujeres líderes de cada poblado que reciben formación en Condoray una vez a la semana y la transmiten a las demás mujeres de su poblado, produciéndose así un efecto multiplicador de la formación que se imparte desde Condoray.
¿Cuál era vuestra labor?
La labor de las voluntarias internacionales que vamos allí en los meses de julio y agosto es dar un impulso a esa labor de promoción rural. Nuestro grupo en concreto se dividió para atender a dos poblados: Santa Cruz y San Benito. Por un lado estaba el equipo de reconstrucción y educación, que se dedicaba a rehabilitar el local de ese poblado por las mañanas (lijando, pintando, limpiando, reconstruyendo paredes…) y por las tardes organizaba un campamento para los niños y atendía a las madres. En el campamento se hacían distintas actividades con los niños, se les daban algunas clases y también recibían catequesis. A media tarde, después de lavarse las manos, se les daba de merendar. Por otro lado estaba el equipo médico, del que yo formaba parte, compuesto por una médico de familia, una pediatra y estudiantes de medicina, enfermería, farmacia y odontología. Íbamos rotando por esos dos poblados y fuimos a un tercero: Los Ángeles. Organizamos una campaña médica en la que atendíamos a los habitantes de cada poblado en dos consultas: una consulta para niños y otra consulta para adultos, y repartíamos medicamentos que habíamos llevado de España.
¿Qué fue lo más duro de aquellos días?
Pensar que nosotras estábamos de paso, que íbamos a volver a España, y que todo lo que estábamos haciendo, toda la gente que estábamos ayudando, volvería a la normalidad cuando nos fuéramos.
Fue muy duro despedirnos el último día, sobre todo decir adiós a los niños. Muchos de ellos eran tan pequeños que no entendían qué pasaba, no podían comprender que al día siguiente cuando volvieran del cole (porque allí es invierno) nosotras ya no estaríamos. El último día los más mayores, que sí que se enteraban de lo que pasaba, ya no corrieron detrás de nuestra furgoneta cuando volvíamos a la residencia.
¿De dónde se saca esa fuerza que en ocasiones falta?
Cuando parece que ya no te quedan fuerzas, haces un último esfuerzo por recordar la razón  por la que estás allí, y entonces te das cuenta de que en realidad sí que te quedan fuerzas, eres más fuerte de lo que pensabas. Cuando eres incapaz de recordarlo, solo hace falta echar un vistazo alrededor y ver que las demás están igual de cansadas que tú o más, y sin embargo siguen adelante sin quejarse y con una sonrisa en la cara. Entonces, sacas fuerzas de donde puedas y sigues adelante.
El nivel de vida de la gente de allí es muy bajo, de la mayor parte de la población, ¿qué es lo que más te llamó la atención de ellos?
Se suele decir que la gente más feliz es la que menos tiene. Las sociedades desarrolladas nos hemos acostumbrado ya a oirlo pero no terminamos de creérnoslo.  Cuando llegas allí y experimentas la pobreza real de la gente: cómo viven, dónde viven, con qué viven… y sin embargo les ves felices, incluso generosos con lo poco que tienen.
Eran felices con apenas nada…
Las personas más felices del mundo estaban allí. Una vez oí a una de las señoras hablar de lo bonito que era su pueblo y de lo orgullosa que estaba de vivir allí. Ese “pueblo” es un poblado de chabolas, con calles de polvo sin asfaltar, con escombros y basura por las esquinas y bandas de perros callejeros; pero, para ella, ese lugar era el mejor sitio del mundo.
¿Con qué sueña una futura médico después de descubrir la pobreza más brutal en Perú?
Sueña con poder cambiar todo eso, que se acabe la pobreza, la desigualdad, la injusticia, que los líderes mundiales se den cuenta de esta situación y hagan algo por cambiarla. Sueña con formar parte del cambio que haga de este mundo un lugar mejor.

martes, 7 de febrero de 2017

El matrimonio no es Hollywood

El otro día, una amiga que se ha casado hace poquito me decía: “En los cursillos prematrimoniales el cura nos ha tenido engañados. El matrimonio es algo muy grande, sí, pero de bonito tiene poco…”.
Entendí la visión del matrimonio que me quería transmitir recordando algunas escenas de las películas de Hollywood, esas que acaban con el apasionado beso de sus protagonistas bajo la leyenda: fueron felices y comieron perdices. Claro, deduje. Mi amiga es que pensaba que casarse era eso, ese flechazo que es lo que en el cine se nos muestra…, pero no la vida matrimonial que hay después. Y es que al matrimonio uno no va a enamorarse, sino a amar enamorado, que es muy distinto.
Me decía ese mismo día… “yo es que me casé porque estaba enamorada y pensaba que después mi Manolo cambiaría, pero mira… 3 meses y todo sigue igual”. Claro, volví a pensar. Aquí está el problema: el enamoramiento, las mariposas en el estómago que antes o después (casi siempre) pasan, el querer hacer al otro “a tu manera” –aunque pienses que es “por su bien”-. Y es que el amor es algo mucho más grande, es querer al otro como es.
Para eso hoy te lanzamos un reto: que vayas al matrimonio sin otro objetivo que el de hacer feliz a la otra persona tal y como es, con sus virtudes y con sus defectos que has debido descubrir durante el noviazgo. ¡Fijaros que actitud más generosa es querer al otro también con sus defectos! Y es que además… si él o ella no tuviera esos defectos… ¡te habrías casado con alguien distinto a la persona de la que estabas enamorada! Ella y él son como son por esos defectos que a ti te enamoran.
Ese amor del que os hablamos exige en primer lugar renuncia y olvido de uno. Sí, sí, estáis leyendo bien… porque la máxima felicidad tuya viene del ver feliz a la otra parte. Por tanto, el matrimonio además de grande, también puedes convertirlo en bonito si vas a él con esa capacidad de entrega. Entrega generosa –sin esperar nada a cambio-, paciente –porque es cierto que la convivencia cuesta- y sobre todo: total –sin reservarte nada para ti-, y que la otra persona te devolverá incluso aumentado porque entiende el matrimonio igual que tú.
De todos es sabido que, cuando uno entrega algo con el corazón, le resulta mil veces más bonito dar que recibir. No hay más que pensar en el último regalo que has hecho poniendo toda tu ilusión en ver y hacer feliz a la otra persona. El matrimonio es ese regalo continuo del día a día a base de pequeñitos detalles que enamoran. Ese regalo que a su vez debes saber encajar y agradecer como algo maravillo venido de alguien que te quiere, que lucha por amarte y donde su intención cuenta mucho más que el detalle en sí.
El amor lo describe muy bien esa escena de Notting Hill en la que Julia Robers le dice a Hught Grant: sólo soy una chica delante de un chico pidiendo que la quiera… (como soy).

sábado, 4 de febrero de 2017

¿Qué es lo más bonito del noviazgo?

Compartir esos años que estéis como novios con la persona que va a ser el hombre o la mujer de tu vida. Ese amor que ha cuajado entre vosotros y va creciendo y madurando con el tiempo, haciéndose fuerte ante las dificultades de la vida, junto con la confianza plena que tenéis puesto el uno en el otro partiendo siempre de la sencillez y la sinceridad en todo momento, y el respeto que brota de ese amor que os tenéis y que nunca os debe faltar, es lo que hace que vuestra vida merezca la pena ser vivida. Si ya ponéis a Dios en el centro de ese noviazgo, el éxito está asegurado porque dais a vuestro noviazgo una visión en 3D que muchos no conocen y no saben lo que se pierden.
¿Qué virtudes es necesario vivir durante esta etapa?
Generosidad, estás continuamente dándote al otro, cediendo, y poniéndote a ti en un segundo plano; humildad, para pedir perdón si hemos hecho algo mal, para no querer que se imponga nuestro yo; fortaleza, para huir de las tentaciones, superar las dificultades, tener paciencia el uno con el otro; respeto mutuo, para quererse de verdad, decirse las cosas siempre desde el cariño y la comprensión; sencilleznaturalidadveracidad, sinceridad absoluta hasta en lo pequeño.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Dios sabe sobre mi futuro

Tumbado en la cama y con la mirada hacia arriba te pones a pensar en qué será de ti el día de mañana.
Sólo hay una pregunta que te ronda la cabeza ¿qué será de mi?, ¿qué voy hacer con mi vida? o ¿a qué me quiero dedicar? Y perdemos tiempo, un tiempo que se lo lleva un futuro incierto.
Ves a la gente de tu alrededor contenta, haciendo lo que le gusta, ¿y tú?, tú no te encuentras, no sabes que quieres. Deseas un futuro grandioso pero no sabes manejar el presente. Deseas tener una carrera, un coche, una casa, muchos amigos, ser un empresario de categoría, pero… ¿y cuando tengas todo eso?, ¿qué será de ti en el futuro?
Y no nos damos cuenta que nuestro futuro lo tenemos en frente, levanta bien la cabeza, no está allí donde miras, lo tienes justo en frente, en el Sagrario, cada día y a todas horas. El sabe cual es tu futuro, donde te realizaras donde seras tu en plenitud. Pregúntale. Pero no un día 10 minutos sino un día un ratito...o un "ratazo" al día siguiente otra vez, y otra y otra y otra mas y mientras viviendo tu presente, cogiendo tu presente con las dos manos y poniendo el corazón y la luz....saldrá.
… Buscad, pues, primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os preocupéis por el mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su contrariedad”, (Mt 6, 25-34).