martes, 5 de septiembre de 2017

Espiritualidad Monástica: El prologo de la Rega de San Benito (1/3)

1 Escucha, hijo, estos preceptos de un maestro, aguza el oído de tu corazón, acoge con
gusto esta exhortación de un padre entrañable y ponla en práctica, 2 para que por tu
obediencia laboriosa retornes a Dios, del que te habías alejado por tu indolente
desobediencia. 3 A ti, pues, se dirigen estas mis palabras, quienquiera que seas, si es que te
has decidido a renunciar a tus propias voluntades y esgrimes las potentísimas y gloriosas
armas de la obediencia para servir al verdadero rey, Cristo el Señor.
4 Ante todo, cuando te dispones a realizar cualquier obra buena, pídele con oración muy
insistente y apremiante que él la lleve a término, 5 para que, por haberse dignado contarnos
ya en el número de sus hijos, jamás se vea obligado a afligirse por nuestras malas acciones.
6 Porque, efectivamente, en todo momento hemos de estar a punto para servirle en la
obediencia con los dones que ha depositado en nosotros, de manera que no sólo no llegue a
desheredarnos algún día como padre airado, a pesar de ser sus hijos, 7 sino que ni como
señor temible, encolerizado por nuestras maldades, nos entregue al castigo eterno por ser
unos siervos miserables empeñados en no seguirle a su gloria.
8 Levantémonos, pues, de una vez; que la Escritura nos espabila, diciendo: «Ya es hora
de despertamos del sueño». 9 y, abriendo nuestros ojos a la luz de Dios, escuchemos
atónitos lo que cada día nos advierte la voz divina que clama: 10 «Si hoy escucháis su voz,
no endurezcáis vuestros corazones». 11 y también: «Quien tenga oídos, oiga lo que dice el
Espíritu a las Iglesias». 12 ¿Y qué es lo que dice? «Venid, hijos; escuchadme; os instruiré en
el temor del Señor». 13 «Daos prisa mientras tenéis aún la luz de la vida, antes que os
sorprendan las tinieblas de la muerte».
14 Y, buscándose el Señor un obrero entre la multitud a laque lanza su grito de
llamamiento, vuelve a decir: 15 «¿Hay alguien que quiera vivir y desee pasar días
prósperos?» 16 Si tú, al oírle, le respondes: «Yo», otra vez te dice Dios: 17 Si quieres gozar
de una vida verdadera y perpetua, «guarda tu lengua del mal; tus labios, de la falsedad; obra
el bien, busca la paz y corre tras ella». 18 Y, cuando cumpláis todo esto, tendré mis ojos
fijos sobre vosotros, mis oídos atenderán a vuestras súplicas y antes de que me interroguéis
os diré yo: «Aquí estoy».

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