jueves, 16 de marzo de 2017

Un paseo por la vida monastica: La comunidad

San Benito en el Prólogo de su Regla llama al Monasterio la escuela del servicio del Señor.
 Establece el monasterio sobre un plan familiar. Con los vínculos que no son fríamente sociológicos. Ni tan sólo espiritualmente religiosos. Con una entrañada relación familiar. Con su buen margen afectivo. Por eso es una institución muy humana.
Lo que en definitiva se practica y ejercita en el monasterio es la caridad del amor de Dios.
Aquí es donde las almas de los monjes crecen en la caridad.

Un monasterio supone una vida en comunidad.
La vida en común es una invitación permanente a no pensar en sí mismo. Una invitación permanente a la caridad. A pensar en los demás con caridad. Y a sufrir con paciencia las adversidades y las flaquezas de los prójimos.
Y junto a la caridad la disciplina. Contra el protagonismo y la originalidad. Por un lado la obediencia. Por el otro el fiel cumplimiento de la Regla. Que es algo exterior, objetivo. La norma concreta de nuestra vida religiosa.
En la vida en común de los cenobitas se cumplen los tres votos que emite el monje en su profesión monástica.
Estabilidad: Permanencia y perseverancia en un monasterio.
Conversión de costumbres: Que la entrega a Dios sea real y no una pura fantasía.
Obediencia según la Regla: Sometiéndose a la autoridad de un abad.

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