miércoles, 12 de junio de 2013

Muere Sor Teresita, la monja de clausura más veterana: Un ejemplo de feliz entrega




Sor Teresita Barajuen, la religiosa que más tiempo llevaba en una clausura en todo el mundo, falleció ayer, 11 de junio, en torno a las 23:00 h., en su celda del Monasterio Cisterciense de Buenafuente del Sistal (Guadalajara), acompañada en todo momento por sus hermanas de comunidad. Tenía 105 años de edad, “y cuatro meses para los 106”, como le gustaba decir a ella.
"Pensaba que las monjas eran unas tontas"

Nacida en Foronda (Álava) el 16 de septiembre de 1907 como la mayor de siete hermanos en una casa de labradores, su padre, en un arrebato siendo ella apenas una jovencita, le espetó: “¡No te daría por hacerte monja!”, recordando siempre sor Teresita que su padre se pensaba que la vida en el monasterio era más cómoda que la del campo.
“Yo pensaba de las monjas que eran unas tontas, que anda que mira que meterse ahí a rezar, pero por dar gusto a mi padre le pedí a Dios la vocación, que no la tenía, y al poco tiempo Dios me la dio”. Su padre no tardó en cambiar de opinión: “Cuando vio esto se asustó, pero para mí ya no había marcha atrás. Dios ya me había llamado”.

De Álava a Sigüenza con 19 años

A los 19 años emprendió Sor Teresita un viaje desde su pueblo natal hasta el Monasterio de Buenafuente del Sistal, un viaje que hoy a penas duraría cuatro horas, con parada de respostaje y café, en su día lo hizo la postulante de novicia en dos días, utilizando un tren de vapor, un carro de bueyes y coche oficial. El del obispo de Sigüenza nada menos, que ese día tenia que acercarse hasta el Monasterio por alguna razón puntual.
Entra en el Císter el día que nace Joseph Ratzinger

Sor Teresita nunca había visto un Císter, pero sabía que su sitio en esta vida era allí y para siempre. “La vocación es así”, lo explicaba ella. Cuando vio con sus ojos por primera vez la que sería su casa para toda la vida, era el 16 de abril de 1927, exactamente el mismo día que en una aldea de Baviera nacía Joseph Aloisius Ratizinger, quien más tarde se convirtió en el Papa Benedicto XVI.
La guerra civil siendo monja...

Sor Teresita, desde una vida anónima, vivió todo tipo de avatares como el que se dio en la Guerra Civil, cuando todas sus hermanas abandonaron el convento, avisadas por una amistad de que su vida corría serio peligro si permanecían en él. “Yo no me marché. Nos quedamos dos, para cuidar a una persona enferma que no se podía marchar”.
Heroína de 20 años, su vida daría para una película. En sus más de 86 años en clausura desempeñó todas la labores de las que necesita la vida en un monasterio. Desde madre abadesa o ecónoma hasta portera y pinche de cocina.


Entrevista con Benedicto XVI

Apenas tres meses después, invitada por el Nuncio Apostólico en Madrid, Monseñor Renzo Fratini, y con motivo de la visita a la capital del Papa Benedicto XVI en la celebración de la JMJ, disfrutó sor Teresita de una audiencia con Su Santidad: “Soy Sor Teresita, la que entró en el Monasterio el mismo día que nació su Santidad”. Así se presentó una anciana monja con los ojos tan vivos como los de un niño aquella tarde, ante las cámaras de todo el mundo, al Papa.
Sor Teresita siempre mantuvo, hasta los últimos días, una máxima sobre su vida: “¿Que si soy feliz? ¡A más no poder! No puede haber una vida más feliz en el mundo. Pero hijo, ¿tú crees que se puede aguantar aquí dentro 86 años sin ser feliz? ¡Vamos, para volverse loca!”.